1 Samuel 2 DHH94I
1. Y Ana oró de esta manera: «Señor, yo me alegro en ti de corazón porque tú me das nuevas fuerzas. Puedo hablar contra mis enemigos porque tú me has ayudado. ¡Estoy alegre!
2. ¡Nadie es santo como tú, Señor! ¡Nadie protege como tú, Dios nuestro! ¡Nadie hay fuera de ti!
3. Que nadie hable con orgullo, que nadie se jacte demasiado, porque el Señor es el Dios que todo lo sabe, y él pesa y juzga lo que hace el hombre.
4. Él destruye los arcos de los poderosos, y reviste de poder a los débiles;
5. los que antes tenían de sobra, ahora se alquilan por un pedazo de pan; pero los que tenían hambre, ahora ya no la tienen. La mujer que no podía tener hijos, ha dado a luz siete veces;#2.5 El número siete, símbolo de perfección y plenitud, sugiere aquí la idea de un logro completo (cf. v. 21). Véanse también Gn 4.23-24 n.; Jer 25.11 n. pero la que tenía muchos hijos, ahora está completamente marchita.
6. El Señor quita la vida y la da; nos hace bajar al sepulcro#2.6 Sepulcro: en hebreo sheol, el reino o morada de los muertos. Véase Sal 6.5(6) n. y de él nos hace subir.
7. El Señor nos hace pobres o ricos; nos hace caer y nos levanta.
8. Dios levanta del suelo al pobre y saca del basurero al mendigo, para sentarlo entre grandes hombres y hacerle ocupar un lugar de honor; porque el Señor es el dueño de las bases de la tierra, y sobre ellas colocó el mundo.#2.8 Los antiguos hebreos se representaban la tierra como una gran plataforma sostenida por pilares inmensos que se hundían hasta lo profundo del océano subterráneo. Véanse Gn 1.2 nota; Sal 18.15(16) n.
9. Él cuida los pasos de sus fieles, pero los malvados mueren en la oscuridad, porque nadie triunfa por la fuerza.
10. El Señor hará pedazos a sus enemigos, y desde el cielo enviará truenos contra ellos. El Señor juzgará al mundo entero; dará poder al rey que ha escogido y hará crecer su poder.»
La maldad de los hijos de Elí11. Luego regresó Elcaná a su casa, en Ramá, pero el niño se quedó sirviendo al Señor bajo las órdenes del sacerdote Elí.
12. Los hijos de Elí eran unos malvados, y no les importaba el Señor
13. ni los deberes de los sacerdotes para con el pueblo; pues cuando alguien ofrecía un sacrificio, llegaba un criado del sacerdote con un tenedor en la mano y, mientras la carne estaba cociéndose,
14. metía el tenedor en el perol, en la olla, en el caldero o en la cazuela, y todo lo que sacaba con el tenedor era para el sacerdote.#2.14 De acuerdo con la ley (cf. Lv 7.28-36), a los sacerdotes les correspondía una parte de las víctimas sacrificadas. Lo que aquí se condena es el abuso de ese beneficio (cf. vv. 15-16). Así hacían con todo israelita que llegaba a Siló.
15. Además, antes de que quemaran la grasa en el altar, llegaba el criado del sacerdote y decía al que iba a ofrecer el sacrificio: «Dame carne para asársela al sacerdote; porque no te va a aceptar la carne ya cocida, sino cruda.»
16. Y si la persona le respondía que primero tenían que quemar la grasa, y que luego él podría tomar lo que quisiera, el criado contestaba: «¡No, me la tienes que dar ahora! De lo contrario, te la quitaré a la fuerza.»
17. Así pues, el pecado que estos jóvenes cometían ante el Señor era gravísimo, porque trataban con desprecio las ofrendas que pertenecían al Señor.
18. Mientras tanto, el joven Samuel, vestido con un efod de lino,#2.18 El efod de lino era una especie de túnica que usaban los sacerdotes para las ceremonias religiosas (cf. 2 S 6.14). No debe confundirse con la insignia del sumo sacerdote descrita en Ex 28.6-14. continuaba al servicio del Señor.
19. Y cada año, cuando su madre iba al templo con su marido para ofrecer el sacrificio anual, le llevaba una capa pequeña que le había hecho.
20. Entonces Elí bendecía a Elcaná y a su esposa, diciendo: «Que el Señor te recompense dándote#2.20 Te recompense dándote: según versiones antiguas. Heb. te ponga. hijos de esta mujer, a cambio del que ella le ha dedicado.» Después de esto regresaban a su hogar,
21. y el Señor bendecía a Ana, la cual quedaba embarazada. De esa manera, Ana dio a luz tres hijos y dos hijas, y el niño Samuel seguía creciendo ante el Señor.
22. En cuanto a Elí, era ya muy viejo, pero estaba enterado de todo lo que sus hijos les hacían a los israelitas, y que hasta se acostaban con las mujeres que estaban de servicio a la entrada de la tienda del encuentro con Dios.#2.22 Tienda del encuentro con Dios: Véase Ex 26.1-37 n.
23. Por tanto les dijo: «Todo el mundo me habla de las malas acciones de ustedes. ¿Por qué se portan así?
24. No, hijos míos, no es nada bueno lo que sé que el pueblo del Señor anda contando acerca de ustedes.
25. Si una persona comete una falta contra otra, el Señor puede intervenir en su favor; pero si una persona ofende al Señor, ¿quién la defenderá?» Pero ellos no hicieron caso de lo que su padre les dijo, porque el Señor había decidido quitarles la vida.
26. Mientras tanto, el joven Samuel seguía creciendo, y su conducta agradaba tanto al Señor como a los hombres.#2.26 A este pasaje se alude en Lc 2.52; cf. Pr 3.4.
27. Por ese tiempo llegó un profeta#2.27 Las palabras de este profeta (Lit. hombre de Dios) anticipan la serie de adversidades que se abatirían más tarde sobre los descendientes de Elí: la muerte de sus dos hijos (v. 34); la masacre de los sacerdotes de Nob, que pertenecían a su misma familia (v. 33; cf. 1 S 22.18-19); la sustitución de Abiatar, el único sobreviviente de la masacre, por Sadoc, que era miembro de otra familia sacerdotal (v. 35; 1 S 22.20-23; 1 R 2.26-27); y la precaria situación en la que se iban a encontrar los sacerdotes de los santuarios locales, entre ellos los descendientes de Elí (véase Jer 1.1 nota), cuando el rey Josías ordenara la destrucción de esos santuarios (v. 36; 2 R 23.8). a visitar a Elí, y le dijo: «El Señor ha declarado lo siguiente: “Cuando tus antepasados estaban en Egipto al servicio del faraón, claramente me manifesté a ellos.
28. Y de entre todas las tribus de Israel los escogí para que fueran mis sacerdotes, para que ofrecieran holocaustos sobre mi altar, y quemaran incienso, y llevaran el efod en mi presencia.#2.28 Cf. Ex 28.1-4. Además concedí a tus antepasados todas las ofrendas que los israelitas queman en honor del Señor.#2.28 Cf. Lv 7.35-36.
29. ¿Por qué, pues, han despreciado los sacrificios y ofrendas que yo he ordenado realizar? ¿Por qué das más preferencia a tus hijos que a mí, engordándolos con lo mejor de todas las ofrendas de Israel, mi pueblo?”
30. Por lo tanto, el Señor, el Dios de Israel, que había dicho que tú y tu familia le servirían siempre, ahora declara: “Jamás permitiré tal cosa, sino que honraré a los que me honren, y los que me desprecien serán puestos en ridículo. Yo, el Señor, lo afirmo.
31. Ya se acerca el momento en que voy a destruir tu poder y el de tus antepasados, y ninguno de tu familia llegará a viejo.
32. Contemplarás con angustia y envidia#2.32 Contemplarás con angustia y envidia: traducción poco segura de un texto oscuro. Otra posible traducción: Verás un rival en la Morada, mientras que todo andará bien en Israel. El término Morada es una designación poética del templo. todo el bien que yo haré en Israel, y jamás nadie en tu familia llegará a viejo.
33. Pero dejaré a alguno de tus parientes#2.33 Alguno de tus parientes: alusión al sacerdote Abiatar, que fue el único sobreviviente de la masacre de Nob (1 S 22.20). cerca de mi altar, para que se consuman de envidia sus ojos y de dolor su alma,#2.33 Sus ojos... su alma: según la versión griega (LXX). Heb. tus ojos... tu alma. y todos tus otros descendientes serán asesinados.#2.33 Cf. 1 S 22.6-23.
34. Te servirá de muestra lo que ocurrirá a tus dos hijos, Hofní y Finees: los dos morirán el mismo día.
35. Luego pondré un sacerdote#2.35 Según 1 R 2.26-27,35, este sacerdote es Sadoc, a quien Salomón puso en lugar de Abiatar, que pertenecía a la familia de Elí (véase 1 S 2.27 n.). digno de confianza y que actúe de acuerdo con mi voluntad y criterio, al que le daré una descendencia continua y le haré estar siempre al servicio del rey que yo haya escogido.
36. Entonces, todo el que haya quedado vivo en tu familia vendrá a inclinarse ante él a cambio de una moneda de plata o un trozo de pan, rogándole que le dé algún trabajo entre los sacerdotes para poder ganarse el alimento.”»