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Hechos 10 DHH94I

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1. Había en la ciudad de Cesarea un hombre que se llamaba Cornelio, capitán del batallón#10.1 El batallón o cohorte en el ejército romano era de 400 a 600 soldados. llamado el Italiano.#10.1 El Italiano: probablemente la llamada Cohorte Itálica II, que estuvo destacada en Siria por aquellos tiempos.

2. Era un hombre piadoso que, junto con toda su familia, adoraba a Dios.#10.2 Piadoso... adoraba a Dios: uno de los llamados «prosélitos», personas no judías que simpatizaban con el judaísmo y a quienes les estaba permitido participar en el culto de la sinagoga. También daba mucho dinero para ayudar a los judíos, y oraba siempre a Dios.

3. Un día, a eso de las tres de la tarde,#10.3 Las tres de la tarde: Lit. la hora novena; véase 10.30 n. tuvo una visión: Vio claramente a un ángel de Dios que entraba donde él estaba y le decía: «¡Cornelio!»

4. Cornelio se quedó mirando al ángel, y con mucho miedo le preguntó: «¿Qué se te ofrece, señor?» El ángel le dijo: «Dios tiene presentes tus oraciones y lo que has hecho para ayudar a los necesitados.

5. Manda a alguien a la ciudad de Jope para que haga venir a un hombre llamado Simón, que también es conocido como Pedro.

6. Está alojado en casa de otro Simón, un curtidor que vive junto al mar.»

7. Cuando se fue el ángel que le había hablado, Cornelio llamó a dos de sus sirvientes y a un soldado que era muy religioso y de su confianza,

8. y después de contárselo todo, los envió a Jope.

9. Al día siguiente, a eso del mediodía, mientras iban de camino cerca de Jope,#10.9 El viaje desde Cesarea les llevaría casi dos días. Pedro subió a orar a la azotea de la casa.#10.9 Las casas tenían en la azotea un cuarto o un toldo, que se utilizaba como lugar de descanso.

10. Tenía hambre y quería comer, pero mientras le estaban preparando la comida, tuvo una visión:

11. vio que el cielo se abría y que descendía a la tierra algo parecido a una gran sábana, bajada por las cuatro puntas.

12. En la sábana había toda clase de cuadrúpedos, y también reptiles y aves.

13. Y oyó una voz, que le dijo: «Levántate, Pedro; mata y come.»

14. Pedro contestó: «No, Señor; yo nunca he comido nada profano ni impuro.»#10.14 La única carne permitida a un judío era la de los animales puros, según Lv 11; cualquier otra carne era profana y los hacía ritualmente impuros.

15. La voz le habló de nuevo, y le dijo: «Lo que Dios ha purificado, no lo llames tú profano.»#10.15 Cf. Mc 7.15,19.

16. Esto sucedió tres veces, y luego la sábana volvió a subir al cielo.

17. Pedro estaba preocupado pensando qué querría decir aquella visión, cuando llegaron a la puerta los hombres de Cornelio, que habían averiguado dónde estaba la casa de Simón.

18. Al llegar, preguntaron en voz alta si allí se alojaba un tal Simón, a quien también llamaban Pedro.

19. Y mientras Pedro todavía estaba pensando en la visión, el Espíritu Santo le dijo: «Mira, tres hombres te buscan.

20. Levántate, baja y ve con ellos sin dudarlo, porque yo los he enviado.»

21. Pedro bajó y dijo a los hombres: —Yo soy el que ustedes buscan; ¿a qué han venido?

22. Ellos contestaron: —Venimos de parte del capitán Cornelio, un hombre justo, que adora a Dios y a quien todos los judíos estiman y quieren. Un ángel de Dios le dijo que lo llamara a usted, para que usted vaya a su casa y él escuche lo que tenga que decirle.

23. Entonces Pedro los hizo entrar, y se quedaron con él aquella noche. Al día siguiente, Pedro se fue con ellos, y lo acompañaron algunos de los hermanos que vivían en Jope.#10.23 Los hermanos eran cristianos judíos (v. 45), seis en número según Hch 11.12.

24. Y al otro día llegaron a Cesarea, donde Cornelio los estaba esperando junto con un grupo de sus parientes y amigos íntimos, a quienes había invitado.

25. Cuando Pedro llegó a la casa, Cornelio salió a recibirlo, y se puso de rodillas delante de él, para adorarlo.#10.25 Cornelio, de origen no judío, intenta rendir culto a Pedro como a un enviado divino; Pedro se lo prohíbe (v. 26; cf. Hch 14.11-18).

26. Pero Pedro lo levantó, diciéndole: —Ponte de pie, pues yo también soy un hombre, como tú.

27. Mientras hablaba con él, entró y encontró a muchas personas reunidas.

28. Pedro les dijo: —Ustedes saben que a un judío le prohíbe su religión tener tratos con extranjeros o entrar en sus casas.#10.28 Por motivos religiosos, los judíos procuraban tener el menor contacto posible con los no judíos; entrar en sus casas los hacía ritualmente impuros (cf. Jn 18.28). Véase Hch 11.3 n. Pero Dios me ha enseñado que no debo llamar profano o impuro a nadie.

29. Por eso, tan pronto como me avisaron, vine sin poner ninguna objeción. Quisiera saber, pues, por qué me han llamado.

30. Cornelio contestó: —Hace cuatro días, como a esta misma hora, yo estaba aquí en mi casa haciendo la oración de las tres de la tarde,#10.30 Las tres de la tarde: Véase 10.3 n.; era la hora señalada para la oración de la tarde (Hch 3.1). cuando se me apareció un hombre vestido con ropa brillante.

31. Me dijo: “Cornelio, Dios ha oído tu oración y se ha acordado de lo que has hecho para ayudar a los necesitados.

32. Manda a alguien a la ciudad de Jope para que haga venir a Simón, que también se llama Pedro. Está alojado en casa de otro Simón, un curtidor que vive junto al mar.”

33. Así que envié inmediatamente a buscarte, y tú has tenido la bondad de venir. Ahora estamos todos aquí delante de Dios, y queremos escuchar todo lo que el Señor te ha mandado decirnos.

34. Pedro entonces comenzó a hablar, y dijo: —Ahora entiendo que de veras Dios no hace diferencia entre una persona y otra,#10.34 Cita de Dt 10.17; cf. Eclo 35.12; Sab 6.7; Ro 2.11; Gl 2.6; Ef 6.9; Col 3.25; cf. también Ro 10.12.

35. sino que en cualquier nación acepta a los que lo reverencian y hacen lo bueno.

36. Dios habló a los descendientes de Israel, anunciando el mensaje de paz#10.36 Is 52.7; Nah 1.15 (2.1). por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos.

37. Ustedes bien saben lo que pasó en toda la tierra de los judíos, comenzando en Galilea, después que Juan proclamó que era necesario bautizarse.

38. Saben que Dios llenó de poder y del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret, y que Jesús anduvo haciendo bien y sanando a todos los que sufrían bajo el poder del diablo. Esto pudo hacerlo porque Dios estaba con él,

39. y nosotros somos testigos de todo lo que hizo Jesús en la región de Judea y en Jerusalén. Después lo mataron, colgándolo en una cruz.#10.39 Una cruz: Lit. un madero o un árbol; véase Hch 5.30 n.

40. Pero Dios lo resucitó al tercer día, e hizo que se nos apareciera a nosotros.

41. No se apareció a todo el pueblo, sino a nosotros, a quienes Dios había escogido de antemano como testigos. Nosotros comimos y bebimos con él después que resucitó.#10.41 Lc 24.30-34,41-43; Jn 21.4-13.

42. Y él nos envió a anunciarle al pueblo que Dios lo ha puesto como Juez de los vivos y de los muertos.

Los no judíos reciben el Espíritu Santo

43. Todos los profetas habían hablado ya de Jesús, y habían dicho que quienes creen en él reciben por medio de él el perdón de los pecados.#10.43 Is 33.24; 53.5-6; Jl 2.32 (3.5); cf. también Jn 1.12; 3.16-18,36.

44. Todavía estaba hablando Pedro, cuando el Espíritu Santo vino sobre todos los que escuchaban su mensaje.

45. Y los creyentes procedentes del judaísmo que habían llegado con Pedro, se quedaron admirados de que el Espíritu Santo fuera dado también a#10.45 Dado también a: Lit. derramado también sobre (véase Hch 2.17 nota). los que no eran judíos,

46. pues los oían hablar en lenguas extrañas y alabar a Dios.#10.46 Cf. Hch 2.2-4; aquí se repite, entre los no judíos, lo sucedido el día de Pentecostés.

47. Entonces Pedro dijo: —¿Acaso puede impedirse que sean bautizadas estas personas, que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?

48. Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Después rogaron a Pedro que se quedara con ellos algunos días.

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