Hechos 22 DHH94I
1. «Hermanos y padres,#22.1 Cf. Hch 7.2. escuchen lo que les digo en mi defensa.»
2. Al oír que les hablaba en hebreo,#22.2 En hebreo: Véase Hch 21.40 n. guardaron aún más silencio. Pablo continuó:
3. «Yo soy judío. Nací en Tarso#22.3 Tarso: Véase Hch 11.25 nota. de Cilicia, pero me crié aquí en Jerusalén y estudié bajo la dirección de Gamaliel,#22.3 Bajo la dirección de: Lit. a los pies de, expresión basada en el hecho de que el maestro se sentaba en un banco, y sus discípulos se sentaban a su alrededor, en el suelo. Gamaliel: Hch 5.34 n. muy de acuerdo con la ley de nuestros antepasados. Siempre he procurado servir a Dios con todo mi corazón, tal como todos ustedes lo hacen hoy día.
4. Antes perseguí a muerte a quienes seguían este Nuevo Camino,#22.4 Nuevo Camino: Véase Hch 9.2 nota. y los arresté y metí en la cárcel, ya fueran hombres o mujeres.
5. El jefe de los sacerdotes y todos los ancianos son testigos de esto. Ellos me dieron cartas para nuestros hermanos judíos en Damasco, y fui allá en busca de creyentes, para traerlos aquí a Jerusalén y castigarlos.#22.4-5 Hch 8.3; 9.1-2; 26.9-11.
6. »Pero mientras iba yo de camino, y estando ya cerca de Damasco, a eso del mediodía, una fuerte luz del cielo brilló de repente a mi alrededor,
7. y caí al suelo. Y oí una voz, que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”
8. Pregunté: “¿Quién eres, Señor?” Y la voz me contestó: “Yo soy Jesús de Nazaret, el mismo a quien tú estás persiguiendo.”
9. Los que iban conmigo vieron la luz,#22.9 Algunos mss. añaden y se asustaron. pero no oyeron la voz del que me hablaba.
10. Yo pregunté: “¿Qué debo hacer, Señor?” Y el Señor me dijo: “Levántate y sigue tu viaje a Damasco. Allí se te dirá todo lo que debes hacer.”
11. Como el brillo de la luz me dejó ciego, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco.
12. »Allí había un hombre llamado Ananías, que era muy piadoso y obediente a la ley de Moisés; todos los judíos que vivían en Damasco hablaban muy bien de él.
13. Ananías vino a verme, y al llegar me dijo: “Hermano Saulo, recibe de nuevo la vista.” En aquel mismo momento recobré la vista, y pude verlo.
14. Luego añadió: “El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y para que veas al que es justo#22.14 Al que es justo: Véase Hch 3.13-14 n. y oigas su voz de sus propios labios.
15. Pues tú vas a ser testigo suyo ante todo el mundo, y vas a contar lo que has visto y oído.
16. Y ahora, no esperes más. Levántate, bautízate y lávate de tus pecados, invocando el nombre del Señor.”#22.16 Cf. Jl 2.32 (citado en Hch 2.21; Ro 10.13).
17. »Cuando regresé a Jerusalén, fui al templo a orar, y tuve una visión.
18. Vi al Señor, que me dijo: “Date prisa, sal rápidamente de Jerusalén, porque no van a hacer caso de lo que dices de mí.”
19. Yo le dije: “Señor, ellos saben que yo iba por todas las sinagogas y llevaba a la cárcel a los que creían en ti, y que los golpeaba,
20. y que cuando mataron a tu siervo Esteban, que daba testimonio de ti, yo mismo estaba allí, aprobando que lo mataran, e incluso cuidé la ropa de quienes lo mataron.”
Pablo en manos del comandante21. Pero el Señor me dijo: “Ponte en camino, que voy a enviarte a naciones lejanas.”»#22.21 Naciones lejanas: Véase Hch 9.15 n.; cf. 26.17; Gl 1.16; 2.7-9.
22. Hasta este punto lo escucharon; pero entonces comenzaron a gritar: «¡Ese hombre no debe vivir! ¡Bórralo de este mundo!»#22.22 Véase Hch 21.36 n.
23. Y como seguían gritando y sacudiendo sus ropas y tirando polvo al aire,#22.23 Ademán de horror e indignación.
24. el comandante ordenó que metieran a Pablo en el cuartel, y mandó que lo azotaran, para que confesara por qué la gente gritaba en contra suya.
25. Pero cuando ya lo tenían atado#22.25 Atado: Lit. estirado (probablemente sobre un banco, para recibir los latigazos). para azotarlo, Pablo le preguntó al capitán que estaba presente: —¿Tienen ustedes autoridad para azotar a un ciudadano romano, y además sin haberlo juzgado?#22.25 Cf. Hch 16.37-38; estaba estrictamente prohibido azotar a un ciudadano romano.
26. Al oír esto, el capitán fue y avisó al comandante, diciendo: —¿Qué va a hacer usted? Este hombre es ciudadano romano.
27. Entonces el comandante se acercó a Pablo, y le preguntó: —¿Es cierto que tú eres ciudadano romano? Pablo le contestó: —Sí.
28. El comandante le dijo: —A mí me costó mucho dinero hacerme ciudadano romano. Y Pablo respondió: —Pues yo lo soy por nacimiento.#22.28 En tiempos del emperador Claudio (41-54 d.C.) era posible comprar los derechos de ciudadanía romana.
Pablo ante la Junta Suprema de los judíos29. Con esto, los que iban a azotar a Pablo se apartaron de él; y hasta el mismo comandante, al darse cuenta de que era ciudadano romano, tuvo miedo por haberlo encadenado.#22.29 Siendo Pablo ciudadano romano, el comandante podría perder su puesto, y hasta la vida misma, si le causaba este tormento; incluso, el solo hecho de haberlo encadenado era una grave ofensa.
30. Al día siguiente, el comandante, queriendo saber con exactitud de qué acusaban los judíos a Pablo, le quitó las cadenas#22.30 Le quitó las cadenas: otra posible traducción: lo sacó de la cárcel. y mandó reunir a los jefes de los sacerdotes y a toda la Junta Suprema.#22.30 La Junta Suprema: el Sanedrín judío, presidido por el sumo sacerdote (Hch 23.2). Véase Índice temático. Luego sacó a Pablo y lo puso delante de ellos.