Ezequiel 21 DHHS94
1. 1 (6) Entonces el Señor se dirigió a mí, y me dijo:
2. 2 (7) «Tú, hombre, vuélvete hacia Jerusalén y dirige tu palabra contra su templo. Habla en mi nombre contra el país de Israel,
3. 3 (8) y dile: “Esto dice el Señor: Yo me declaro tu enemigo. Voy a sacar mi espada, y mataré lo mismo a justos que a pecadores.
4. 4 (9) Sí, voy a sacar mi espada para matar a todos por igual, a justos y a pecadores, desde el norte hasta el sur.
5. 5 (10) Y todo el mundo sabrá que yo, el Señor, he sacado la espada y no la voy a guardar.”
6. 6 (11) »Y tú, hombre, llora amargamente y con el corazón hecho pedazos; llora delante del pueblo.
7. 7 (12) Y si acaso te preguntan por qué lloras, diles que es por la noticia de algo que está a punto de suceder, y que todo el mundo se quedará sin ánimo y dejará caer los brazos; nadie tendrá valor, a todos les temblarán las rodillas de miedo. Ya llega el momento, ya va a suceder. Yo, el Señor, lo afirmo.»
8. 8 (13) El Señor se dirigió a mí, y me dijo:
9. 9 (14) «Tú, hombre, habla en nombre mío y di que yo, el Señor, te he ordenado decir: »“¡La espada, la espada! Ya está afilada y pulida.
10. 10 (15) Afilada para hacer una matanza, pulida para lanzar rayos;
11. 11 (16) la hicieron pulir para que uno la empuñe. La espada está afilada y pulida, para ponerla en la mano del asesino.
12. 12 (17) Y tú, hombre, ¡grita, chilla, porque está destinada a matar a mi pueblo, a todos los gobernantes de Israel! Están condenados a morir con mi pueblo, así que date golpes de dolor.
13. 13 (18) Yo, el Señor, lo afirmo.”
14. 14 (19) »Tú, hombre, habla en nombre mío; incita a la espada a que hiera con el doble y el triple de furor. Es una espada para matar, la terrible espada de la matanza que amenaza al pueblo por todas partes.
15. 15 (20) Ella los va a llenar de miedo, va a hacer muchas víctimas. En todas sus casas he puesto la espada asesina. Es la espada pulida para lanzar rayos, afilada para la matanza.
16. 16 (21) ¡Afilada te quiero, a la derecha, a la izquierda, cortando a uno y otro lado!
17. 17 (22) Yo también la voy a incitar hasta que mi ira se calme. Yo, el Señor, lo he dicho.»
18. 18 (23) El Señor se dirigió a mí, y me dijo:
19. 19 (24) «Traza dos caminos, para que el rey de Babilonia pase con su espada. Los dos caminos deben salir del mismo país, y al comienzo de cada camino deberás poner una señal que diga a qué ciudad lleva.
20. 20 (25) Debes trazar un camino por donde pase el rey con la espada. Las ciudades son Rabá de los Amonitas y Jerusalén, la ciudad fortificada de Judá.
21. 21 (26) El rey de Babilonia se ha colocado donde comienzan los dos caminos, y consulta a la suerte: revuelve las flechas, consulta a sus dioses, examina hígados de animales.
22. 22 (27) En la mano derecha le salió la flecha que señala a Jerusalén, y ello significa que debe atacarla con instrumentos de asalto y dar órdenes de matanza, lanzar gritos de guerra, atacar sus puertas, construir una rampa y rodearla por completo.
23. 23 (28) Pero a la gente de Jerusalén le parece que esta es una falsa profecía, por las alianzas que han hecho. Pero en realidad es una acusación contra el pecado de ellos, y un anuncio de su captura.
24. 24 (29) Por eso yo, el Señor, digo: Las maldades y los crímenes de ustedes saltan a la vista; los pecados que cometen en todas sus acciones están al descubierto. Por eso van a ser capturados.
25. 25 (30) Y a ti, rey de Israel, criminal malvado, se te acerca el momento de recibir el castigo final.
26. 26 (31) Yo, el Señor, digo: Te quitarán el turbante, te arrebatarán la corona, y todo será diferente. ¡Llegue a la cumbre lo que está en el llano, y caiga por tierra lo que está en la cumbre!
Castigo de los amonitas27. 27 (32) Todo lo dejaré convertido en ruinas, ruinas y más ruinas. Pero esto solo sucederá cuando venga aquel a quien, por encargo mío, le corresponde hacer justicia.
28. 28 (33) »Tú, hombre, habla en mi nombre y diles de mi parte a los amonitas que insultan a Israel, que la espada ya está desenfundada: lista para matar y pulida para lanzar rayos y destruir.
29. 29 (34) Sus visiones son falsas, y sus predicciones son mentira. La espada caerá sobre el cuello de esos malvados criminales. Ya se acerca el momento de su castigo final.
30. 30 (35) »¡Espada, vuelve a tu funda! Yo te voy a juzgar allí donde te forjé, en la tierra en que naciste,
31. 31 (36) y descargaré sobre ti mi ira como un incendio terrible; te entregaré en poder de gente brutal y destructora.
32. 32 (37) Serás quemada, destruida; tu sangre correrá por todo el país y nadie volverá a acordarse de ti. Yo, el Señor, lo he dicho.»