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Ezequiel 8 DHH94I

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1. El día cinco del mes sexto del año sexto, estaba yo sentado en mi casa en compañía de los ancianos de Judá. De repente el Señor puso su mano sobre mí,

2. y vi algo que parecía un hombre.#8.2 Hombre: según la versión griega (LXX). Heb. fuego. De lo que parecía ser su cintura para abajo, vi algo semejante al fuego, y de allí para arriba brillaba como metal bruñido.

3. El hombre extendió lo que parecía ser una mano y me agarró por el pelo. Entonces el poder de Dios me levantó por los aires y, en visiones producidas por Dios, me llevó a Jerusalén#8.3 El espíritu del Señor… me llevó a Jerusalén: Esta expresión alude claramente a un estado de trance, es decir, a una experiencia de tipo extático. y me colocó a la entrada de la puerta interior de la ciudad, que da hacia el norte, donde se encuentra el ídolo que provoca la ira del Señor.#8.3 El ídolo que provoca la ira del Señor: Lit. el ídolo de los celos, que provoca los celos. Según el lenguaje del AT, todo aquello que atenta contra la soberanía del Señor provoca sus celos. Cf. Nm 25.11; Ez 16.38,42.

4. Allí estaba la gloria del Dios de Israel, como yo la había visto en la visión que tuve en la llanura.

5. Entonces me dijo: «Dirige tu vista hacia el norte.» Dirigí mi vista hacia el norte y, en la entrada, junto a la puerta del altar, vi el ídolo que provoca la ira del Señor.#8.5 En el antiguo Oriente solían ponerse estatuas de divinidades protectoras a la entrada de los templos, de los palacios y de las ciudades. Este ídolo se parecía probablemente a una de esas estatuas.

6. Luego me dijo: «¿Ves las cosas tan detestables que hacen los israelitas, con las cuales me alejan de mi santo templo? Pues todavía verás otras peores.»

7. Luego me llevó a la entrada del atrio. En el muro se veía un boquete.

8. Entonces me dijo: «Agranda el boquete del muro.» Yo agrandé el boquete y encontré una entrada.

9. Entonces me dijo: «Entra y verás las cosas tan horribles que hacen allí.»

10. Entré y, a todo lo largo del muro, vi pintadas toda clase de figuras de reptiles y de otros animales impuros, y toda clase de ídolos del pueblo de Israel.

11. Setenta ancianos#8.11 Setenta es una cifra que sugiere la idea de algo completo. Cf. Gn 46.27; Ex 24.1; Nm 11.16; Jue 1.7. Ancianos: Véase Ex 3.16 nota. israelitas, entre los que se encontraba Jaazanías, hijo de Safán, rendían culto a esos ídolos. Cada uno tenía un incensario en la mano, del cual subía una espesa nube de incienso.

12. Y me dijo: «¿Ves lo que hacen en secreto los ancianos israelitas, cada uno en el nicho de su ídolo? Piensan que yo no los veo,#8.10-12 Piensan que yo no los veo: Cualquiera que sea el carácter de las representaciones pintadas en el muro, lo cierto es que el Dios de Israel ya no tenía ningún valor para estos dirigentes del pueblo. que he abandonado el país.»

13. Y añadió: «Todavía los verás hacer cosas peores.»

14. Y me llevó a la puerta de entrada del templo del Señor, que da hacia el norte. Allí estaban sentadas unas mujeres, llorando por el dios Tamuz.#8.14 Tamuz era un dios de la vegetación, venerado en la antigua Mesopotamia. Según la mitología asirio-babilónica, cuando el fuerte sol del verano secaba las plantas, ese dios bajaba al mundo subterráneo y se celebraba su «muerte» con ritos especiales, como el llanto de las mujeres, que aquí se menciona. Esos ritos se realizaban en el cuarto mes del año (junio-julio), que todavía lleva el nombre de Tamuz en los calendarios siríaco, árabe y hebreo.

15. Entonces me dijo: «¿Ves esto? Pues todavía verás cosas peores.»

16. Entonces me llevó al atrio interior del templo del Señor y, a la entrada del santuario, entre el vestíbulo y el altar, unos veinticinco hombres estaban de espaldas al santuario; inclinados hacia el oriente, y con la frente en el suelo, adoraban al sol.#8.16 Estos hombres dan la espalda al santuario, donde estaba la gloria del Señor, y se postran hacia el oriente, sitio de nacimiento del sol. De este modo, no sólo adoran a un falso dios, sino que lo hacen entre el vestíbulo y el altar, es decir, en el recinto mismo del templo. Cf. Dt 4.19; Ro 1.25.

17. Entonces el Señor me dijo: «¿Lo ves? ¡No le ha bastado al pueblo de Judá con hacer aquí estas cosas tan detestables, que además ha llenado el país de actos de violencia! Una y otra vez provocan mi ira, y hacen que su pestilencia me llegue a la nariz.#8.17 Hacen que su pestilencia me llegue a la nariz: traducción probable. Heb. lanzan la rama (de vid) a su nariz. Alusión probable a las ramas que, según el historiador Estrabón, usaban en sus ritos los adoradores del sol. Al parecer, el texto hebreo dice su nariz para evitar lo que podría tener de chocante la referencia a la nariz de Dios.

18. Pero yo voy a actuar con ira. No tendré ninguna compasión de ellos. Aunque me llamen a gritos, no los escucharé.»

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