Génesis 23 DHH94I
1. Sara vivió ciento veintisiete años,
2. y murió en Quiriat-arbá, o sea la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham lloró por la muerte de Sara y le guardó luto.
3. Luego salió de donde estaba el cadáver de Sara y fue a decirles a los hititas#23.3 Hititas: Lit. hijos (o descendientes) de Het. Véase Jos 1.4 n. de aquel lugar:
4. —Aunque soy un extranjero entre ustedes,#23.4 El relato insiste en señalar que Abraham era un extranjero en aquel país (cf. Heb 11.9,13). En su condición de tal, no podía adquirir una propiedad sin el expreso consentimiento de los nativos del lugar. véndanme un sepulcro para enterrar a mi esposa.#23.4 La posesión de un sepulcro familiar era un hecho de gran importancia, porque aseguraba un lugar de descanso junto a los antepasados (cf. Gn 49.29-32; 1 R 13.22; Hch 7.16).
5. Y los hititas le contestaron:
6. —¡Por favor, señor, escúchenos! Usted es entre nosotros un escogido de Dios.#23.6 Escogido de Dios: otra posible traducción: jefe eminente o poderoso. En tal caso, la expresión de Dios equivaldría a un superlativo (véase Gn 1.2 nota). Entierre a su esposa en el mejor de nuestros sepulcros, pues ninguno de nosotros le negará su sepulcro para eso.
7. Entonces Abraham se puso de pie, hizo una reverencia ante los hititas,
8. y les dijo: —Si de veras quieren que yo entierre aquí a mi esposa, por favor pídanle de mi parte a Efrón, el hijo de Sóhar,
9. que me venda la cueva de Macpelá, que está en la orilla de sus terrenos. Yo le pagaré el precio total de la cueva, y así seré dueño de un sepulcro en este lugar.
10. Como Efrón el hitita estaba allí entre ellos, le contestó a Abraham de manera que pudieran escucharlo sus paisanos y también todos los que pasaban por la entrada de la ciudad:#23.10 La entrada (Lit. la puerta) de la ciudad era el sitio donde se trataban los asuntos oficiales y se realizaban las negociaciones. Véanse Rut 4.1 n. y Sal 127.5 n.
11. —¡No, señor mío, por favor! Yo le regalo el terreno, y la cueva que está en el terreno. Mis paisanos son testigos de que yo se lo regalo. Entierre usted a su esposa.#23.11 El ofrecimiento del terreno como regalo es, en realidad, una forma cortés de proponer una venta. De hecho, Abraham así lo entiende, y por eso se muestra dispuesto a pagar el precio correspondiente. Los regateos y las excesivas muestras de cortesía reflejan la manera habitual de realizar las transacciones comerciales en el Cercano Oriente.
12. Pero Abraham volvió a hacer una reverencia a los habitantes del lugar
13. y le contestó a Efrón delante de todos: —¡Por favor, escúcheme usted! Le ruego que acepte el dinero por el terreno, y después enterraré allí a mi esposa.
14. Entonces Efrón le contestó:
15. —Escúcheme, señor mío: el terreno vale cuatrocientas monedas de plata.#23.15 Monedas: Lit. siclos (véase Tabla de pesas, monedas y medidas). El metal acuñado, o sea, la moneda propiamente dicha, no se usó en Palestina antes del siglo VII a.C. Por tanto, lo habitual en épocas anteriores era pesar cierta cantidad de metal y utilizarla en los contratos de compraventa. Por esa cantidad no vamos a discutir, así que entierre usted a su esposa.
16. Abraham aceptó pagar la cantidad que Efrón había mencionado en presencia de los hititas, y le pagó en plata contante y sonante.
17. De esta manera el terreno de Efrón que estaba en Macpelá, al oriente de Mamré, es decir, el terreno con la cueva y todos los árboles que estaban dentro del terreno,
18. pasaron a ser propiedad de Abraham. De ello fueron testigos los hititas y todos los que pasaban por la entrada de la ciudad.
19. Después de esto Abraham enterró a Sara en la cueva que estaba en el terreno de Macpelá, al oriente de Mamré, lugar que también es conocido con el nombre de Hebrón, y que está en Canaán.#23.19 En la cueva de Macpelá fueron enterrados, además de Sara, el propio Abraham (Gn 25.9-10), Isaac (Gn 35.29), Rebeca, Lía y Jacob (Gn 49.31; 50.13). La tradición ha ubicado esta tumba de los patriarcas en el interior de una gran mezquita musulmana, en Hebrón.
20. Así quedó en posesión del terreno y de la cueva que allí había, la cual los hititas le vendieron para sepultura.