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Isaías 10 DHHS94

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1. ¡Ay de ustedes, que dictan leyes injustas y publican decretos intolerables,

2. que no hacen justicia a los débiles ni reconocen los derechos de los pobres de mi pueblo, que explotan a las viudas y roban a los huérfanos!

3. ¿Qué harán ustedes cuando tengan que rendir cuentas, cuando vean venir de lejos el castigo? ¿A quién acudirán pidiendo ayuda? ¿En dónde dejarán sus riquezas?

Dios se vale de Asiria para el castigo

4. Si no son humillados y llevados presos, caerán con los que mueran asesinados. Y sin embargo la ira del Señor no se ha calmado; él sigue amenazando todavía.

5. «¡El rey de Asiria! Él es el palo con que yo en mi ira castigo, la vara que uso cuando me enojo.

6. Lo mando a atacar a un pueblo impío, a una nación que me ofende, para que la robe y le quite sus riquezas, para que la pisotee como al barro de las calles.

7. Pero el rey de Asiria no piensa así, ni es eso lo que él se propone. No piensa más que en destruir y en acabar con muchas naciones.

8. Dice: “Todos los reyes son jefes a mis órdenes.

9. Para mí son iguales las ciudades de Calnó y de Carquemis, Hamat igual que Arpad, Samaria lo mismo que Damasco.

10. Me he encontrado naciones con muchos dioses, con más ídolos que los de Jerusalén y Samaria.

11. Pues bien, lo que hice con Samaria y sus dioses, ¿no seré capaz de hacerlo con Jerusalén y sus ídolos?”»

12. Cuando el Señor haya hecho todo lo que tiene que hacer en el monte Sión y en Jerusalén, castigará al rey de Asiria por esta obra de su orgullo, y por su altanería y arrogancia.

13. El rey de Asiria ha dicho: «Yo lo he hecho con mi propia fuerza; yo soy inteligente, y he hecho los planes. Yo he cambiado las fronteras de las naciones, me he apoderado de sus riquezas, y, como un valiente, he derribado a los reyes.

14. He puesto mi mano en las riquezas de los pueblos, me he apoderado de toda la tierra como quien toma de un nido unos huevos abandonados, y no hubo nadie que moviera las alas, nadie que abriera el pico y chillara.»

15. Pero, ¿acaso puede el hacha creerse más importante que el que la maneja?, ¿la sierra más que el que la mueve? ¡Como si el bastón, que no es más que un palo, fuera el que moviera al hombre que lo lleva!

16. Por eso, el Señor todopoderoso va a dejar sin fuerzas a esos que son tan robustos, y hará que les arda el cuerpo con el fuego de la fiebre.

17. El Dios Santo, luz de Israel, se convertirá en llama de fuego, y en un día quemará y destruirá todos los espinos y matorrales que hay en el país.

18. Destruirá completamente la belleza de sus bosques y sus huertos. Los dejará como un enfermo que ya no tiene fuerzas.

19. Y serán tan pocos los árboles que queden en el bosque, que hasta un niño los podrá contar.

20. En ese tiempo los pocos que hayan quedado de Israel, aquellos del pueblo de Jacob que se hayan salvado, no volverán a apoyarse en el que los destruyó sino que se apoyarán firmemente en el Señor, el Dios Santo de Israel.

21. Unos cuantos del pueblo de Jacob se volverán hacia el Dios invencible.

22. Aunque tu pueblo, Israel, sea tan numeroso como los granos de arena del mar, solo unos cuantos volverán. La destrucción está decidida y se hará justicia por completo.

23. Porque el Señor todopoderoso ha decidido la destrucción y la va a llevar a cabo en todo el país.

24. El Señor todopoderoso dice así: «Pueblo mío, que vives en Sión, no tengas miedo a los asirios, aunque te golpeen con su vara y levanten su bastón contra ti como hicieron los egipcios.

25. Porque dentro de muy poco tiempo va a llevarse a cabo el castigo, y mi ira los destruirá.

26. El Señor todopoderoso los castigará como cuando derrotó a Madián en la roca de Oreb, y mostrará su poder contra Asiria como cuando lo mostró contra Egipto.

El avance de los asirios

27. En ese día se te quitará la carga que han puesto sobre tus espaldas, y será quebrado el yugo que te han puesto en la nuca.» El invasor viene por Rimón,

28. llega a Aiat, pasa por Migrón, deja la carga en Micmás,

29. cruza el paso del torrente, acampa en Gueba; Ramá se llena de terror, Guibeá de Saúl sale huyendo.

30. ¡Da gritos, Bat-galim! ¡Óyelos, Laisa! ¡Responde, Anatot!

31. Madmená sale huyendo, los habitantes de Guebim se esconden.

32. Hoy mismo se detiene el invasor en Nob; da la señal de atacar el monte Sión, la colina de Jerusalén.

33. Miren, el Señor todopoderoso derriba los árboles con fuerza terrible; los más altos caen cortados, los más elevados se vienen al suelo.

34. Con un hacha derriba lo más espeso del bosque, y los árboles más bellos del Líbano se derrumban.

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