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Isaías 50 DHH94I

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1. El Señor dice: «¡No crean que yo repudié a Israel, madre de ustedes, como un hombre repudia a su mujer, o que los vendí a ustedes como esclavos porque tuviera deudas con alguno! Ustedes fueron vendidos porque pecaron; Israel, la madre de ustedes, fue repudiada porque ustedes fueron rebeldes.#50.1 El Señor refuta a los israelitas que lo acusan de haber rechazado a Israel sin motivo suficiente y de una manera definitiva. En realidad, ha habido una separación transitoria, pero no un divorcio, y, por lo tanto, no existe ningún impedimento para que la unión matrimonial pueda rehacerse (cf. Dt 24.1-4; Jer 3.1,8). Además, el Señor no se ha comportado como un padre de familia que vende a sus hijos como esclavos para pagar sus deudas (cf. Ex 21.7; 2 R 4.1; Neh 5.5; Bar 4.6).

2. ¿Por qué, cuando yo vine, no encontré a nadie? ¿Por qué, cuando llamé, nadie me contestó? ¿Creyeron acaso que yo no era capaz de rescatarlos?#50.2 ¿Creyeron... rescatarlos?: Lit. ¿acaso mi mano es demasiado corta para rescatarlos? En este contexto, la mano es símbolo de poder. Cf. Ex 15.6. ¿Creyeron acaso que no podía libertarlos? Basta una orden mía para que se seque el mar y los ríos se conviertan en desierto; para que los peces se mueran de sed y se pudran por falta de agua.

3. Yo visto el cielo de luto y lo cubro con vestido de tristeza.»

4. El Señor me ha instruido para que yo consuele a los cansados con palabras de aliento. Todas las mañanas me hace estar atento para que escuche dócilmente.

5. El Señor me ha dado entendimiento, y yo no me he resistido ni le he vuelto las espaldas.

6. Ofrecí mis espaldas para que me azotaran y dejé que me arrancaran la barba. No retiré la cara de los que me insultaban y escupían.#50.6 Cf. Mt 26.67; Mc 14.65.

7. El Señor es quien me ayuda: por eso no me hieren los insultos; por eso me mantengo firme como una roca, pues sé que no quedaré en ridículo.#50.6-7 La situación del Siervo sufriente tiene muchas semejanzas con la que se describe en las «confesiones» del profeta Jeremías (véase Jer 11.18—12.6 n.). Sin embargo, las diferencias son también significativas: a diferencia de Jeremías, el Siervo acepta sus padecimientos sin quejas ni reproches (cf. Jer 15.18) y no reclama venganza contra sus enemigos y perseguidores (cf. Jer 11.20; 15.15). Él sabe que el Señor está de su parte (cf. vv. 8-9) y que su recompensa está en las manos de Dios (Is 49.4).

8. A mi lado está mi defensor: ¿Alguien tiene algo en mi contra? ¡Vayamos juntos ante el juez! ¿Alguien se cree con derecho a acusarme? ¡Que venga y me lo diga!

9. El Señor es quien me ayuda; ¿quién podrá condenarme? Todos mis enemigos desaparecerán como vestido comido por la polilla.#50.8-9 Cf. Ro 8.33-34.

10. Ustedes que honran al Señor y escuchan la voz de su siervo: si caminan en la oscuridad, sin un rayo de luz, pongan su confianza en el Señor; apóyense en su Dios.#50.10 Este v. y el siguiente contienen una promesa de salvación para los que siguen las enseñanzas del Siervo del Señor y un anuncio de condenación para sus enemigos y perseguidores. Cf. Is 53.7-9.

11. Pero todos los que prenden fuego y preparan flechas encendidas, caerán en las llamas de su propio fuego, bajo las flechas que ustedes mismos encendieron. El Señor les enviará este castigo y quedarán tendidos en medio de tormentos.

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