Jeremías 46 DHHS94
1. El Señor habló al profeta Jeremías acerca de las naciones.
2. Este fue su mensaje acerca de Egipto, y en particular acerca del ejército del faraón Necao, rey de Egipto, que se hallaba en Carquemis, junto al río Éufrates, y a quien el rey Nabucodonosor de Babilonia derrotó en el año cuarto del gobierno de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá:
3. «¡Preparen los escudos! ¡Láncense al ataque!
4. ¡Ensillen los caballos! ¡Monten, jinetes! ¡Pónganse los cascos y formen líneas! ¡Afilen las lanzas! ¡Pónganse las corazas!
5. »Pero ¿qué es lo que veo? Retroceden llenos de terror. Sus guerreros se dispersan derrotados; salen corriendo, sin mirar atrás. ¡Hay terror por todas partes! Yo, el Señor, lo afirmo.
6. ¡No pueden huir los más veloces, ni escapar los más valientes! En el norte, junto al río Éufrates, tropiezan y caen.
7. ¿Quién es ese que crece como el Nilo, como un río de aguas violentas?
8. Es Egipto, que crece como el Nilo, como un río de aguas violentas. Egipto dice: “Voy a crecer y a inundar la tierra, voy a destruir las ciudades y sus habitantes.”
9. »¡Que avance la caballería! ¡Adelante los carros! ¡Que se pongan en marcha los guerreros: los soldados de Etiopía y de Libia, armados de escudos; los soldados de Lidia, que manejan bien el arco!
10. Este es el día del Señor todopoderoso, el día en que va a vengarse de sus enemigos. La espada herirá hasta saciarse, hasta emborracharse de sangre. Pues el Señor todopoderoso hará una matanza en el país del norte, junto al Éufrates.
11. »¡Pueblo de Egipto, ve a Galaad en busca de medicinas! ¡Pero por más remedios que uses, de nada te van a servir, pues no hay remedio para ti!
El ataque de Nabucodonosor a Egipto12. Las naciones ya saben que has sido humillado, y en toda la tierra se te oye gritar; chocan los guerreros unos contra otros, y juntos ruedan por el suelo.»
13. El Señor habló al profeta Jeremías cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, se dirigía a atacar a Egipto:
14. «Anuncien en Egipto, en Migdol, en Menfis y en Tafnes: “¡Alerta, estén listos! ¡La espada hace estragos a tu alrededor!”
15. ¿Por qué huyó Apis, tu toro sagrado? ¿Por qué no pudo tenerse en pie? Pues porque yo, el Señor, lo derribé.
16. Tus soldados tropiezan y caen, y unos a otros se dicen: “¡Vámonos de aquí, volvamos a nuestra patria, al país donde nacimos! ¡Huyamos de la violencia de la guerra!”
17. »Pónganle este apodo al faraón, el rey de Egipto: “Mucho ruido, pero a destiempo”.
18. Yo, que soy el rey y me llamo el Señor todopoderoso, lo juro por mi vida: Como el Tabor, que se destaca entre los montes, y como el Carmelo, que se alza sobre el mar, así es el enemigo que vendrá.
19. Prepárense para el destierro, habitantes de Egipto, pues Menfis se convertirá en desierto, en ruinas donde nadie vivirá.
20. Egipto parece una hermosa novilla, pero viene a picarle un tábano del norte.
21. Sus soldados mercenarios son como becerros gordos, pero ellos también saldrán corriendo y no podrán resistir, porque llega el día de su desastre, la hora de su castigo.
22. Egipto huirá silbando como una serpiente cuando se acerquen los ejércitos y lo ataquen con hachas, como si cortaran árboles.
23. ¡Cortarán sus espesos bosques! Yo, el Señor, lo afirmo. Eran más numerosos que las langostas, y nadie los podía contar.
24. Egipto será humillado, y caerá en poder del pueblo del norte.»
25. El Señor todopoderoso, el Dios de Israel, dice: «Voy a castigar a Amón, el dios de Tebas, a Egipto con sus dioses y sus reyes, y al faraón y a los que en él confían.
26. Haré que caigan en poder de sus enemigos mortales, de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y de su gente. Pero al cabo de un tiempo, Egipto volverá a estar habitado como antes. Yo, el Señor, lo afirmo.
27. »No temas, pueblo de Jacob, siervo mío; no tengas miedo, Israel. Pues a ti y a tus hijos los libraré de ese país lejano donde están desterrados. Volverás a vivir en paz, tranquilo, sin que nadie te asuste.
28. Yo, el Señor, afirmo: No temas, pueblo de Jacob, siervo mío, porque yo estoy contigo. Destruiré todas las naciones entre las cuales te dispersé. Pero a ti no te destruiré; solo te corregiré como mereces; no te dejaré sin tu castigo.»