Logo
🔍

Job 14 DHH94I

«

1. El hombre, nacido de mujer, tiene una vida corta y llena de zozobras.

2. Es como una flor que se abre y luego se marchita; pasa y desaparece como una sombra.#14.1-2 Cf. Sal 39.4-6(5-6); 102.11(12); 109.23; Ec 6.12; Eclo 40.1-10; Sab 2.1-4.

3. ¿Y en este hombre has puesto los ojos, y contra él quieres entablar un juicio?

4. No hay nadie que pueda sacar pureza de la impureza.

5. Si tú eres quien determina cuánto ha de vivir el hombre, y le pones un límite que no puede pasar,

6. aparta de él tus ojos y déjalo en paz; ¡déjalo disfrutar de su vida de asalariado!

7. Cuando se corta un árbol, queda aún la esperanza de que retoñe y de que jamás le falten renuevos.

8. Aunque ya esté vieja la raíz y el tronco se esté pudriendo en el suelo,

9. al sentir la frescura del agua, reverdecerá; echará ramas como una planta tierna.

10. En cambio, el hombre muere sin remedio; y al morir, ¿a dónde va?

11. El agua del mar podrá evaporarse, y los ríos quedarse secos;

12. pero mientras el cielo exista, el hombre no se levantará de su tumba, no despertará de su sueño.#14.12 La esperanza de una vida más allá de la muerte no aparece en Israel sino más tarde. Cf. Sal 6.5(6); 88.10-12(11-13); 115.16-17; Is 38.18; Eclo 14.19. Al principio surge la idea de una vida nueva con Dios (Sal 16.10-11; Dn 12.12-13; 2 Mac 7.9,14,23; Sab 3.1-9). Esta certeza aparecerá claramente en el NT (Mt 13.43; 1 Co 15; Ap 21—22).

13. ¡Ojalá me escondieras en el reino de la muerte mientras pasa tu ira, y fijaras un plazo para acordarte de mí!

14. Si un hombre muere, ¿volverá a vivir?#14.14 La primera línea de este v. (14a) interrumpe la idea. En cuanto al sentido, puede unirse al v. 12 ó al 19. Yo esperaría todo el tiempo que durara mi servicio hasta que viniera el alivio de mis penas.

15. Tú me llamarías, y yo te respondería; me mirarías con afecto, pues eres mi creador.

16. Si ahora vigilas cada uno de mis pasos, entonces no te fijarías en mis pecados;

17. echarías mis faltas al olvido y me limpiarías de mis delitos.

18. Aun las montañas acaban por derrumbarse, y los peñascos por cambiar de sitio.

19. Así como el agua desgasta la piedra y las lluvias arrastran el polvo del suelo, así destruyes tú la esperanza del hombre.

20. Lo derrotas para siempre, lo echas de su tierra, y él se va desfigurado.

21. Si sus hijos alcanzan honores, él no se entera; si caen en desgracia, él no se da cuenta;

22. sólo siente los dolores de su propio cuerpo, el sufrimiento de su propio ser.

»