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San Marcos 1 DHHS94

1. Principio de la buena noticia de Jesús el Mesías, el Hijo de Dios.

2. Está escrito en el libro del profeta Isaías: «Envío mi mensajero delante de ti, para que te prepare el camino.

3. Una voz grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor; ábranle un camino recto.”»

4. Y así se presentó Juan el Bautista en el desierto; decía a todos que debían volverse a Dios y ser bautizados, para que Dios les perdonara sus pecados.

5. Todos los de la región de Judea y de la ciudad de Jerusalén salían a oírlo. Confesaban sus pecados, y Juan los bautizaba en el río Jordán.

6. La ropa de Juan estaba hecha de pelo de camello, y se la sujetaba al cuerpo con un cinturón de cuero; y comía langostas y miel del monte.

7. En su proclamación decía: «Después de mí viene uno más poderoso que yo, que ni siquiera merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias.

8. Yo los he bautizado a ustedes con agua; pero él los bautizará con el Espíritu Santo.»

9. Por aquellos días, Jesús salió de Nazaret, que está en la región de Galilea, y Juan lo bautizó en el Jordán.

10. En el momento de salir del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma.

11. Y se oyó una voz del cielo, que decía: «Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido.»

12. Después de esto, el Espíritu llevó a Jesús al desierto.

13. Allí estuvo cuarenta días, viviendo entre las fieras y siendo puesto a prueba por Satanás; y los ángeles le servían.

14. Después que metieron a Juan en la cárcel, Jesús fue a Galilea a anunciar las buenas noticias de parte de Dios.

15. Decía: «Ya se cumplió el plazo señalado, y el reino de Dios está cerca. Vuélvanse a Dios y acepten con fe sus buenas noticias.»

16. Jesús pasaba por la orilla del Lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano Andrés. Eran pescadores, y estaban echando la red al agua.

17. Les dijo Jesús: —Síganme, y yo haré que ustedes sean pescadores de hombres.

18. Al momento dejaron sus redes y se fueron con él.

19. Un poco más adelante, Jesús vio a Santiago y a su hermano Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca arreglando las redes.

20. En seguida los llamó, y ellos dejaron a su padre Zebedeo en la barca con sus ayudantes, y se fueron con Jesús.

21. Llegaron a Cafarnaúm, y en el sábado Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar.

22. La gente se admiraba de cómo les enseñaba, porque lo hacía con plena autoridad y no como los maestros de la ley.

23. En la sinagoga del pueblo había un hombre que tenía un espíritu impuro, el cual gritó:

24. —¿Por qué te metes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo te conozco, y sé que eres el Santo de Dios.

25. Jesús reprendió a aquel espíritu, diciéndole: —¡Cállate y deja a este hombre!

26. El espíritu impuro hizo que al hombre le diera un ataque, y gritando con gran fuerza salió de él.

27. Todos se asustaron, y se preguntaban unos a otros: —¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, y con plena autoridad! ¡Incluso a los espíritus impuros da órdenes, y lo obedecen!

28. Y muy pronto la fama de Jesús se extendió por toda la región de Galilea.

29. Cuando salieron de la sinagoga, Jesús fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.

30. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre. Se lo dijeron a Jesús,

31. y él se acercó, y tomándola de la mano la levantó; al momento se le quitó la fiebre y comenzó a atenderlos.

32. Al anochecer, cuando ya se había puesto el sol, llevaron todos los enfermos y endemoniados a Jesús,

33. y el pueblo entero se reunió a la puerta.

34. Jesús sanó de toda clase de enfermedades a mucha gente, y expulsó a muchos demonios; pero no dejaba que los demonios hablaran, porque ellos lo conocían.

35. De madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó y salió de la ciudad para ir a orar a un lugar solitario.

36. Simón y sus compañeros fueron en busca de Jesús,

37. y cuando lo encontraron le dijeron: —Todos te están buscando.

38. Pero él les contestó: —Vamos a los otros lugares cercanos; también allí debo anunciar el mensaje, porque para esto he salido.

39. Así que Jesús andaba por toda Galilea, anunciando el mensaje en las sinagogas de cada lugar y expulsando a los demonios.

40. Un hombre enfermo de lepra se acercó a Jesús, y poniéndose de rodillas le dijo: —Si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad.

41. Jesús tuvo compasión de él; lo tocó con la mano y dijo: —Quiero. ¡Queda limpio!

42. Al momento se le quitó la lepra al enfermo, y quedó limpio.

43. Jesús lo despidió en seguida, y le recomendó mucho:

44. —Mira, no se lo digas a nadie; solamente ve y preséntate al sacerdote, y lleva, por tu purificación, la ofrenda que ordenó Moisés, para que conste ante los sacerdotes.

45. Pero el hombre se fue y comenzó a contar a todos lo que había pasado. Por eso Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, sino que se quedaba fuera, en lugares donde no había gente; pero de todas partes acudían a verlo.

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