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San Mateo 27 DHH94I

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1. Cuando amaneció, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos se pusieron de acuerdo#27.1 Véase Mt 26.57 n. en un plan para matar a Jesús.

La muerte de Judas

2. Lo llevaron atado y se lo entregaron a Pilato, el gobernador romano.#27.2 Poncio Pilato era prefecto o gobernador romano y gobernó en Judea en los años 26-36 d.C. Véase Mt 27.11 n.

3. Judas, el que había traicionado a Jesús, al ver que lo habían condenado, tuvo remordimientos y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos,

4. diciéndoles: —He pecado entregando a la muerte a un hombre inocente. Pero ellos le contestaron: —¿Y eso qué nos importa a nosotros? ¡Eso es cosa tuya!

5. Entonces Judas arrojó las monedas en el templo, y fue y se ahorcó.

6. Los jefes de los sacerdotes recogieron aquel dinero, y dijeron: —Este dinero está manchado de sangre; no podemos ponerlo en el cofre de las ofrendas.

7. Así que tomaron el acuerdo de comprar con él un terreno llamado el Campo del Alfarero, para tener un lugar donde enterrar a los extranjeros.

8. Por eso, aquel terreno se llama hasta el día de hoy Campo de Sangre.

9. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Jeremías: «Tomaron las treinta monedas de plata, el precio que los israelitas le habían puesto,

10. y con ellas compraron el campo del alfarero, tal como me lo ordenó el Señor.»#27.9-10 La cita parece corresponder a Zac 11.12-13, con ciertas modificaciones; el uso del nombre de Jeremías se debe quizás a que éste se refirió al alfarero (Jer 18.1-7) y también a la compra de un campo (Jer 32.6-15). Véase Mt 1.22 n.

11. Jesús fue llevado ante el gobernador, que le preguntó: —¿Eres tú el Rey de los judíos? —Tú lo has dicho#27.11 La pregunta de Pilato, y la respuesta de Jesús, corresponden a la pregunta y respuesta ante la Junta Suprema en Mt 26.63-64. Como seguramente Pilato no entendería el concepto que los judíos tenían del Mesías, lo más fácil para ellos era acusar a Jesús de pretender ser rey, cosa que el gobernador interpretaría como un acto de rebelión contra Roma. La respuesta Tú lo has dicho podía significar simplemente Sí, o también podía indicar que Jesús admitía ser rey, pero no en el sentido en que lo habría entendido el gobernador. Véase Mt 26.64 nota. —contestó Jesús.

12. Mientras los jefes de los sacerdotes y los ancianos lo acusaban, Jesús no respondía nada.

13. Por eso Pilato le preguntó: —¿No oyes todo lo que están diciendo contra ti?

14. Pero Jesús no le contestó ni una sola palabra;#27.12-14 Is 53.7; Mt 26.63; Lc 23.9; Jn 19.9. de manera que el gobernador se quedó muy extrañado.

15. Durante la fiesta,#27.15 La fiesta: la de la Pascua (Mt 26.2 n.). el gobernador acostumbraba dejar libre un preso, el que la gente escogiera.

16. Había entonces un preso famoso llamado Jesús Barrabás;

17. y estando ellos reunidos, Pilato les preguntó: —¿A quién quieren ustedes que les ponga en libertad: a Jesús Barrabás, o a Jesús, el que llaman el Mesías?#27.16-17 Jesús Barrabás: Jesús era un nombre de uso común, por lo que Pilato, con cierta aspereza, les pide que escojan entre dos personas del mismo nombre. En ambos vv., algunos mss. dicen sólo Barrabás.

18. Porque se había dado cuenta de que lo habían entregado por envidia.

19. Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal, su esposa mandó a decirle: «No te metas con ese hombre justo, porque anoche tuve un sueño horrible por causa suya.»

20. Pero los jefes de los sacerdotes y los ancianos convencieron a la multitud#27.20 La multitud parece haber sido una chusma reunida por iniciativa de los sacerdotes y ancianos; nada hay que la identifique con la multitud de Mt 21.8-11. de que pidiera la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.

21. El gobernador les preguntó otra vez: —¿A cuál de los dos quieren ustedes que les ponga en libertad? Ellos dijeron: —¡A Barrabás!

22. Pilato les preguntó: —¿Y qué voy a hacer con Jesús, el que llaman el Mesías? Todos contestaron: —¡Crucifícalo!

23. Pilato les dijo: —Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos volvieron a gritar: —¡Crucifícalo!

24. Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que el alboroto era cada vez mayor, mandó traer agua y se lavó las manos#27.24 Se lavó las manos: gesto que afirma inocencia; cf. Dt 21.1-9; Sal 26.6. delante de todos, diciendo: —Yo no soy responsable de la muerte de este hombre; es cosa de ustedes.

25. Toda la gente contestó: —¡Nosotros y nuestros hijos nos hacemos responsables de su muerte!

26. Entonces Pilato dejó libre a Barrabás; luego mandó azotar a Jesús y lo entregó para que lo crucificaran.#27.26 Para que lo crucificaran: Véase Crucifixión, cruz en el Índice temático. Antes de ser crucificado, el sentenciado era azotado con un látigo de varias puntas lacerantes.

27. Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al palacio y reunieron toda la tropa alrededor de él.#27.27 Palacio: el pretorio o casa donde se alojaba el gobernador, quien vivía en Cesarea pero pasaba ciertas temporadas en Jerusalén. El lugar sería o el palacio de Herodes, al poniente de la ciudad, o la Fortaleza Antonia, cerca del templo, donde se hallaba el cuartel de la tropa romana.

28. Le quitaron su ropa, lo vistieron con una capa roja#27.28 Cf. Lc 23.11. Capa roja: probablemente una capa militar de ese color que sugería, a manera de burla, la púrpura con la que se vestían los reyes.

29. y le pusieron en la cabeza una corona tejida de espinas y una vara en la mano derecha.#27.29 La corona de espinas y la vara eran una imitación burlona de la corona y el cetro de un rey. Luego se arrodillaron delante de él, y burlándose le decían: —¡Viva el Rey de los judíos!

30. También lo escupían, y con la misma vara le golpeaban la cabeza.#27.30 Cf. Is 50.6.

31. Después de burlarse así de él, le quitaron la capa roja, le pusieron su propia ropa y se lo llevaron para crucificarlo.#27.31 La crucifixión se convertía muchas veces en un espectáculo, y se obligaba al condenado a llevar a cuestas el pesado travesaño de la cruz en que lo iban a colgar (véase Mt 10.38 n.).

32. Al salir de allí, encontraron a un hombre llamado Simón, natural de Cirene,#27.32 Simón, natural de Cirene: ciudad griega en la costa norte de África, poblada en parte por judíos. Respecto a los hijos de Simón, véase Mc 15.21 n. a quien obligaron a cargar con la cruz de Jesús.

33. Cuando llegaron a un sitio llamado Gólgota,#27.33 Gólgota: Véase Índice temático. (es decir, «Lugar de la Calavera»),

34. le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero Jesús, después de probarlo, no lo quiso beber.

35. Cuando ya lo habían crucificado, los soldados echaron suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús.#27.35 Alusión al Sal 22.18 (19).

36. Luego se sentaron allí para vigilarlo.

37. Y por encima de su cabeza pusieron un letrero, donde estaba escrita la causa de su condena. El letrero decía: «Este es Jesús, el Rey de los judíos.»#27.37 Era común exponer públicamente el delito del criminal; en el caso de Jesús, la inscripción indicaba que era un sedicioso que aspiraba al título de rey.

38. También fueron crucificados con él dos bandidos,#27.38 Bandidos: También puede traducirse por insurrectos o ladrones. uno a su derecha y otro a su izquierda.

39. Los que pasaban lo insultaban, meneando la cabeza#27.39 El autor usa el lenguaje de Sal 22.7 (8); cf. Sal 109.25.

40. y diciendo: —¡Tú ibas a derribar el templo y a reconstruirlo en tres días!#27.40 Mt 26.61; Jn 2.19; Hch 6.14. ¡Si eres Hijo de Dios, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz!#27.40 Cf. Mt 4.3,6.

41. De la misma manera se burlaban de él los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, junto con los ancianos. Decían:

42. —Salvó a otros, pero a sí mismo no puede salvarse. Es el Rey de Israel: ¡pues que baje de la cruz, y creeremos en él!

43. Ha puesto su confianza en Dios: ¡pues que Dios lo salve ahora, si de veras lo quiere!#27.43 Cita del Sal 22.8 (9); cf. Sab 2.18-20. ¿No nos ha dicho que es Hijo de Dios?#27.43 Jn 5.18; 10.36; 19.7.

44. Y hasta los bandidos que estaban crucificados con él, lo insultaban.

45. Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde, toda la tierra quedó en oscuridad.#27.45 Cf. Jl 2.31 (3.4); Am 8.9. Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde: Lit. desde la hora sexta hasta la hora novena; véase Mt 20.3 n. Toda la tierra: o toda aquella tierra.

46. A esa misma hora, Jesús gritó con fuerza: «Elí, Elí, ¿lemá sabactani?» (es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)#27.46 Sal 22.1 (2). La frase Dios mío, Dios mío se cita en su forma hebrea; la pregunta ¿por qué me has abandonado? se cita en arameo.

47. Algunos de los que estaban allí, lo oyeron y dijeron: —Este está llamando al profeta Elías.#27.47 Mal 4.5-6 (3.23-24); Eclo 48.4,10. Los judíos esperaban el retorno del profeta Elías; también se creía que Elías vendría en ayuda de los angustiados (cf. v. 49). Véase Mt 16.14 nota.

48. Al momento, uno de ellos fue corriendo en busca de una esponja, la empapó en vino agrio, la ató a una caña y se la acercó para que bebiera.#27.48 Sal 69.21 (22). Vino agrio: vino corriente que tomaban los soldados y la gente de pocos recursos. Algunas versiones traducen vinagre.

49. Pero los otros dijeron: —Déjalo, a ver si Elías viene a salvarlo.

50. Jesús dio otra vez un fuerte grito, y murió.

51. En aquel momento el velo#27.51 Velo: Había dos cortinas o velos en el templo: una, grande y vistosa, a la entrada, y otra que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo (Ex 26.31-33; 2 Cr 3.14). La interpretación común es que se trata de la segunda. A la luz de Heb 6.19; 9.3-12; 10.19-20, el velo rasgado se ha interpretado como símbolo del libre acceso a Dios logrado por la muerte de Cristo. del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló, las rocas se partieron

52. y los sepulcros se abrieron; y hasta muchas personas santas, que habían muerto, volvieron a la vida.

53. Entonces salieron de sus tumbas, después de la resurrección de Jesús, y entraron en la santa ciudad de Jerusalén, donde mucha gente los vio.

54. Cuando el capitán y los que estaban con él vigilando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que estaba pasando, se llenaron de miedo y dijeron: —¡De veras este hombre era Hijo de Dios!

55. Estaban allí, mirando de lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea y que lo habían ayudado.#27.55-56 Lc 8.2-3 n. Desde Galilea: es decir, desde los tiempos de la actividad de Jesús en Galilea (cf. Lc 8.1-3).

56. Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.#27.56 La madre de los hijos de Zebedeo: Cf. Mt 4.21, y véase 20.20 n. En cuanto a las otras personas mencionadas, véanse notas sobre Mc 15.40.

57. Cuando ya anochecía,#27.57 Cuando ya anochecía: o Al atardecer: es decir, antes de la puesta del sol, hora en que empezaba el sábado. llegó un hombre rico llamado José, natural de Arimatea,#27.57 Arimatea: un pueblo situado probablemente al noroeste de Jerusalén. que también se había hecho seguidor de Jesús.

58. José fue a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo dieran,

59. y José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana de lino limpia

60. y lo puso en un sepulcro nuevo, de su propiedad, que había hecho cavar en la roca. Después de tapar la entrada del sepulcro con una gran piedra, se fue.#27.60 Algunos de los judíos sepultaban a sus muertos en cuevas labradas en la roca, cerradas luego con una piedra redonda y pesada que se hacía rodar ante la entrada.

La guardia ante el sepulcro de Jesús

61. Pero María Magdalena y la otra María#27.61 Las dos Marías del v. 56. se quedaron sentadas frente al sepulcro.

62. Al día siguiente, es decir, el sábado,#27.62 El sábado: Lit. después de la preparación. El viernes recibía el nombre de día de la preparación porque en él se hacían los preparativos para la celebración del sábado. los jefes de los sacerdotes y los fariseos fueron juntos a ver a Pilato,

63. y le dijeron: —Señor, recordamos que aquel mentiroso, cuando aún vivía, dijo que después de tres días iba a resucitar.#27.63 Mt 16.21; 17.23; 20.19 y paralelos.

64. Por eso, mande usted asegurar el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos y roben el cuerpo, y después digan a la gente que ha resucitado. En tal caso, la última mentira sería peor que la primera.

65. Pilato les dijo: —Ahí tienen ustedes soldados de guardia.#27.65 Pilato autoriza una guardia de soldados romanos. Vayan y aseguren el sepulcro lo mejor que puedan.

66. Fueron, pues, y aseguraron el sepulcro poniendo un sello sobre la piedra que lo tapaba; y dejaron allí los soldados de guardia.

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