Números 17 DHH94I
1. 1 (16) El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:
2. 2 (17) «Ordena a los israelitas que cada uno de los jefes de tribu traiga un bastón,#17.2(17) El bastón simbolizaba la autoridad del jefe; aquí se trata de los jefes de las doce tribus. o sea doce bastones en total. Tú escribirás el nombre de cada uno en su bastón,
3. 3 (18) y en el bastón correspondiente a la tribu de Leví escribirás el nombre de Aarón, pues debe haber un bastón por cada jefe de tribu.
4. 4 (19) Los colocarás en la tienda del encuentro, frente al arca de la alianza, que es donde yo me encuentro con ustedes.
5. 5 (20) Voy a hacer que retoñe el bastón de mi elegido, y así los israelitas no seguirán hablando mal de ustedes delante de mí.»
6. 6 (21) Moisés dijo esto mismo a los israelitas, y cada uno de los jefes de tribu le dio un bastón, reuniendo así doce bastones en total. Entre ellos estaba también el bastón de Aarón.#17.6(21) Moisés cuenta doce tribus sin incluir a la de Leví (caps. 1; 2; 26); de esta manera, con el bastón de Aarón había 13 bastones en total.
7. 7 (22) Moisés colocó los bastones delante del Señor en la tienda de la alianza,
8. 8 (23) y al día siguiente, cuando fue a la tienda, vio que el bastón de Aarón, correspondiente a la tribu de Leví, había retoñado:#17.8(23) Heb 9.4. había echado retoños, y dado flores, y tenía almendras maduras.
9. 9 (24) Entonces Moisés sacó de la presencia del Señor todos los bastones y se los mostró a los israelitas. Después de verlos, cada uno tomó su bastón.
10. 10 (25) Entonces el Señor dijo a Moisés: «Vuelve a poner el bastón de Aarón delante del arca de la alianza, y guárdalo allí como advertencia para este pueblo rebelde. Así harás que dejen de hablar mal delante de mí, y no morirán.»
11. 11 (26) Moisés hizo todo tal como el Señor se lo ordenó,
12. 12 (27) pero los israelitas dijeron a Moisés: «¡Estamos perdidos! ¡Todos vamos a morir!
13. 13 (28) Todos los que se acercan al santuario del Señor, mueren. ¿Acaso vamos a morir todos?»#17.12-13(27-28) ¿Acaso vamos a morir todos?: Este miedo del pueblo encuentra respuesta en las prescripciones del cap. 18, que aclara a quiénes les corresponde el derecho de acercarse al santuario.