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Filipenses 3 DHHS94

« Sobre la circuncisión y la ley

1. Por lo demás, hermanos míos, alégrense en el Señor. Para mí no es ninguna molestia repetir lo que ya les he escrito, y para ustedes es útil.

2. Cuídense de esa gente despreciable, de los malos trabajadores, de esos que mutilan el cuerpo;

3. porque los verdaderos circuncidados somos nosotros, los que adoramos a Dios movidos por su Espíritu, y nos gloriamos de ser de Cristo Jesús, y no ponemos nuestra confianza en las cosas externas.

4. Aunque también yo tengo razones para confiar en tales cosas. Nadie tendría más razones que yo para confiar en ellas:

5. me circuncidaron a los ocho días de nacer, soy de raza israelita, pertenezco a la tribu de Benjamín, soy hebreo e hijo de hebreos. En cuanto a la interpretación de la ley judía, fui del partido fariseo;

6. era tan fanático, que perseguía a los de la iglesia; y en cuanto a la justicia que se basa en el cumplimiento de la ley, era irreprochable.

7. Pero todo esto, que antes valía mucho para mí, ahora, a causa de Cristo, lo tengo por algo sin valor.

8. Aún más, a nada le concedo valor si lo comparo con el bien supremo de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por causa de Cristo lo he perdido todo, y todo lo considero basura a cambio de ganarlo a él

9. y encontrarme unido a él; no con una justicia propia, adquirida por medio de la ley, sino con la justicia que se adquiere por la fe en Cristo, la que da Dios con base en la fe.

10. Lo que quiero es conocer a Cristo, sentir en mí el poder de su resurrección y la solidaridad en sus sufrimientos; haciéndome semejante a él en su muerte,

Todavía no hemos llegado a la meta

11. espero llegar a la resurrección de los muertos.

12. No quiero decir que ya lo haya conseguido todo, ni que ya sea perfecto; pero sigo adelante con la esperanza de alcanzarlo, puesto que Cristo Jesús me alcanzó primero.

13. Hermanos, no digo que yo mismo ya lo haya alcanzado; lo que sí hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante,

14. para llegar a la meta y ganar el premio celestial que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús.

15. Todos los que ya poseemos una fe madura, debemos pensar de esta manera. Si en alguna cosa ustedes piensan de otro modo, Dios les hará ver esto también.

Somos ciudadanos del cielo

16. Pero, eso sí, debemos vivir de acuerdo con lo que ya hemos alcanzado.

17. Hermanos, sigan mi ejemplo y fíjense también en los que viven según el ejemplo que nosotros les hemos dado a ustedes.

18. Ya les he dicho muchas veces, y ahora se lo repito con lágrimas, que hay muchos que están viviendo como enemigos de la cruz de Cristo,

19. y su fin es la perdición. Su dios son sus propios apetitos, y sienten orgullo de lo que debería darles vergüenza. Solo piensan en las cosas de este mundo.

20. En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y estamos esperando que del cielo venga el Salvador, el Señor Jesucristo,

21. que cambiará nuestro cuerpo miserable para que sea como su propio cuerpo glorioso. Y lo hará por medio del poder que tiene para dominar todas las cosas.

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