Salmos 10 DHH94I
1. Señor, ¿por qué te quedas tan lejos?, ¿por qué te escondes en tiempos de angustia?
2. Con altanería, el malvado persigue rabiosamente al humilde; pero ha de quedar atrapado en las trampas que él mismo ha puesto.
3. El malvado se jacta de sus propios deseos; el ambicioso maldice y desprecia al Señor.
4. Levanta insolente la nariz, y dice: «No hay Dios. No hay quien me pida cuentas.» Eso es todo lo que piensa.#10.4 Sal 14.1; 53.1(2); 73.11; Sof 1.12.
5. Siempre tiene éxito en lo que hace. Para él, tus juicios están lejos, muy lejos de su vista. Se burla de sus enemigos,
6. y piensa que nadie lo hará caer, que jamás tendrá problemas.
7. Su boca está llena de maldiciones, de mentiras y de ofensas; sus palabras ocultan opresión y maldad.
8. Se pone al acecho, por las aldeas, y a escondidas mata al inocente. No pierde de vista al indefenso:
9. como si fuera un león en su cueva, espía al pobre desde su escondite, esperando el momento de caer sobre él, y cuando lo atrapa, lo arrastra en su red.
10. Se agacha, se encoge, y caen en sus garras los indefensos.
11. El malvado cree que Dios se olvida, que se tapa la cara y que nunca ve nada.
12. ¡Levántate, Señor, levanta tu brazo! ¡No olvides a los afligidos!
13. ¿Por qué, Dios mío, han de burlarse los malos, pensando que no habrás de pedirles cuentas?
14. Tú mismo has visto su irritante maldad; ¡la has visto, y les darás su merecido! A ti se acogen los indefensos; tú eres la ayuda de los huérfanos.
15. ¡Rómpeles el brazo a los malvados! ¡Pídeles cuentas de su maldad hasta que no quede nada pendiente!
16. El Señor es el Rey eterno; ¡los paganos serán echados de su país!
17. Señor, tú escuchas la oración de los humildes, tú los animas y los atiendes.
18. Haz justicia al huérfano y al oprimido: ¡que el hombre, hecho de tierra, no vuelva a sembrar el terror!