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Salmos 42 DHH94I

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1. 1 (2) Como ciervo sediento en busca de un río, así, Dios mío, te busco a ti.

2. 2 (3) Tengo sed de Dios, del Dios de la vida.#42.1-2(2-3) Sal 63.1(2); 143.6. Véase Señor en el Índice temático. ¿Cuándo volveré a presentarme ante Dios?#42.2(3) ¿Cuándo volveré a presentarme ante Dios?: Esta pregunta expresa el ardiente deseo de ver de nuevo el templo y participar de su culto. Otra posible traducción: ¿Cuándo iré a ver el rostro de Dios? Cf. Sal 27.4.

3. 3 (4) Día y noche, mis lágrimas son mi alimento, mientras a todas horas me preguntan: «¿Dónde está tu Dios?»#42.3(4) «¿Dónde está tu Dios?»: Pregunta llena de sarcasmo, que se encuentra con frecuencia en labios de los paganos cuando los fieles del Señor padecen algún sufrimiento o pasan por alguna situación difícil. Cf. Sal 79.10; 115.2; Jl 2.17; Miq 7.10.

4. 4 (5) Cuando pienso en estas cosas, doy rienda suelta a mi dolor. Recuerdo cuando yo iba con la gente, conduciéndola al templo de Dios entre gritos de alegría y gratitud. ¡Qué gran fiesta entonces!

5. 5 (6) ¿Por qué voy a desanimarme? ¿Por qué voy a estar preocupado? Mi esperanza he puesto en Dios, a quien todavía seguiré alabando. ¡Él es mi Dios y Salvador!#42.5(6) Este estribillo divide el salmo en tres partes iguales, cada una con su aporte propio, pero también con los temas característicos de todo el poema: el abatimiento del salmista y la nostalgia de Dios y de su templo.

6. 6 (7) Me siento muy desanimado. Por eso pienso tanto en ti desde la región del río Jordán, desde los montes Hermón y Misar.#42.6(7) El monte Misar (o «monte insignificante»), de ubicación incierta. Quizá se trata de un monte cercano al Hermón, en la región donde nace el río Jordán (véase Índice de mapas).

7. 7 (8) Se escucha en los precipicios el eco atronador de tus cascadas; los torrentes de agua que tú mandas han pasado sobre mí.#42.7(8) Cf. Jon 2.3(4).

8. 8 (9) De día el Señor me envía su amor, y de noche no cesa mi canto ni mi oración al Dios de mi vida.

9. 9 (10) Le digo a Dios, mi defensor: «¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué tengo que andar triste y oprimido por mis enemigos?»

10. 10 (11) Hasta los huesos me duelen por las ofensas de mis enemigos, que a todas horas me preguntan: «¿Dónde está tu Dios?»

11. 11 (12) ¿Por qué voy a desanimarme? ¿Por qué voy a estar preocupado? Mi esperanza he puesto en Dios, a quien todavía seguiré alabando. ¡Él es mi Dios y Salvador!

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