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Apocalipsis 10 DHH94I

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1. Vi otro ángel poderoso, que bajaba del cielo envuelto en una nube; tenía un arco iris sobre la cabeza, su cara brillaba como el sol y sus piernas parecían columnas de fuego.

2. Llevaba en la mano un rollito abierto, y puso el pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra.

3. Y gritó con fuerte voz, como un león que ruge; y cuando gritó, siete truenos dejaron oír sus propias voces.

4. Después que los siete truenos hablaron, iba yo a escribir; pero oí una voz del cielo, que me decía: «Guarda en secreto lo que dijeron los siete truenos, y no lo escribas.»#10.3-4 Los siete truenos sugieren la voz de Dios (Sal 29.3-9). En el Apocalipsis, los truenos generalmente se relacionan con el juicio y la ira de Dios (cf. Sal 29.3-9; Ap 8.5; 11.19; 16.18).

5. Entonces el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó al cielo su mano derecha

6. y juró por el que vive para siempre, el que hizo el cielo, la tierra, el mar y todas las cosas que hay en ellos. Dijo: «Ya no habrá más tiempo,#10.6 Ya no habrá más tiempo: También puede traducirse Ya no habrá más demora, o El plazo se ha cumplido. Cf. Dn 12.6-7.

7. sino que cuando llegue el momento en que el séptimo ángel comience a tocar su trompeta, quedará cumplido el designio secreto de Dios, como él anunció a sus propios siervos los profetas.»

8. La voz que yo había oído, y que salía del cielo, volvió a hablarme, y me dijo: «Anda y toma el rollito abierto que tiene en la mano el ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra.»

9. Fui al ángel y le pedí que me diera el rollito, y me contestó: «Toma y cómetelo. En tu boca será dulce como la miel, pero en tu estómago se volverá amargo.»

10. Tomé el rollito de la mano del ángel, y me lo comí; y en mi boca era dulce como la miel, pero una vez que me lo comí, se me volvió amargo en el estómago.#10.8-11 El rollito abierto: Cf. 10.2. Se trata de un pequeño libro en forma de rollo (véase Ap 5.1 n.). La experiencia de Ezequiel fue muy similar (Ez 2.7—3.4); sólo que aquí, después de lo dulce del mensaje de Dios, viene lo amargo, que refleja tanto lo terrible del castigo como la dolorosa suerte de los mensajeros, que han de sufrir y morir por su testimonio.

11. Entonces me dijeron: «Tienes que comunicar nuevos mensajes proféticos acerca de muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.»

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