Apocalipsis 21 DHH94I
1. Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva;#21.1 Esta visión concluye la sección que describe el juicio de Dios (17.1—21.1) y prepara la siguiente y última sección del libro (21.2—22.5). Cielo nuevo y tierra nueva: Is 65.17; 66.22; 2 P 3.13; cf. Gn 1.1. porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir,#21.1 Cf. Ap 20.11. y también el mar.#21.1 El mar: símbolo del caos primitivo (Gn 1.1-2), y del poder que se opone a Dios.
2. Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo,#21.2 La nueva Jerusalén: Ap 3.12; cf. Gl 4.26; Heb 12.22. de la presencia de Dios. Estaba arreglada como una novia vestida para su prometido.#21.2 Ap 19.7-8; cf. Is 61.10.
3. Y oí una fuerte voz que venía del trono, y que decía: «Aquí está el lugar donde Dios vive con los hombres.#21.3 Ez 37.27; cf. Lv 26.11-12. El lugar donde Dios vive con los hombres: Lit. la tienda de Dios con los hombres; alusión a la Tienda del Encuentro, o tabernáculo, que en el AT simboliza la presencia de Dios en medio de su pueblo (Ex 40). Véase Jn 1.14 nota. Vivirá con ellos, y ellos serán sus pueblos,#21.3 Sus pueblos: Algunos mss. dicen su pueblo. y Dios mismo estará con ellos como su Dios.#21.3 Cf. Is 7.14; Jer 11.4; 30.21-22; Ez 36.28; Zac 8.8. Algunos mss. omiten como su Dios.
4. Secará todas las lágrimas de ellos,#21.4 Ap 7.17; cf. Is 25.8. y ya no habrá muerte,#21.4 Is 25.8; 1 Co 15.25-26,54-55. ni llanto, ni lamento, ni dolor; porque todo lo que antes existía ha dejado de existir.»
5. El que estaba sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas.» Y también dijo: «Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza.»
6. Después me dijo: «Ya está hecho. Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin.#21.6 Alfa... fin: Véase Ap 1.8 nota. Al que tenga sed le daré a beber del manantial del agua de la vida, sin que le cueste nada.#21.6 Is 55.1; cf. Jn 4.10,14; 7.37.
7. El que salga vencedor#21.7 El que salga vencedor: expresión con la que concluye cada una de las siete cartas en Ap 2—3, y que aquí forma parte de la conclusión del libro entero. recibirá todo esto como herencia; y yo seré su Dios y él será mi hijo.#21.7 2 S 7.14; Sal 89.26-27 (27-28).
8. Pero en cuanto a los cobardes, los incrédulos, los odiosos, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican la brujería, los que adoran ídolos, y todos los mentirosos,#21.8 Véase Ro 1.31 n. a ellos les tocará ir al lago de azufre ardiente, que es la segunda muerte.»#21.8 Ap 2.11; 20.14; cf. Mt 10.28; 25.41.
9. Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete últimas calamidades, y me dijo: «Ven, que te voy a enseñar a la novia, la esposa del Cordero.»#21.9 La esposa del Cordero: Véase Ap 19.7-8 n. Hay un contraste con la ciudad prostituta; véase también Ap 17.3 nota.
10. Y en la visión que me hizo ver el Espíritu,#21.10 En la visión... Espíritu: Véase Ap 17.3 nota. el ángel me llevó a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén,#21.10 Cf. Ez 40.1-2. que bajaba del cielo, de la presencia de Dios.
11. La ciudad brillaba con el resplandor de Dios; su brillo era como el de una piedra preciosa, como un diamante, transparente como el cristal.
12. Alrededor de la ciudad había una muralla grande y alta, que tenía doce puertas, y en cada puerta había un ángel; en las puertas estaban escritos los nombres de las doce tribus de Israel.
13. Tres puertas daban al este, tres al norte, tres al sur y tres al oeste.
14. La muralla de la ciudad tenía doce piedras por base, en las que estaban escritos los nombres de los doce apóstoles del Cordero.
15. El ángel que hablaba conmigo llevaba una caña de oro para medir la ciudad, sus puertas y su muralla.#21.15 Cf. Ez 40.3. Las medidas y la forma de la ciudad (vv. 16-21) presentan un cuadro rico en detalles que simbolizan la perfección, hermosura y pureza de la nueva Jerusalén. Las medidas son múltiplos de doce, y este número simbólico figura en toda la construcción (vv. 12-14,16-17,19-21; véase Ap 4.4 n.).
16. La ciudad era cuadrada; su largo era igual a su ancho. El ángel midió con su caña la ciudad: medía doce mil estadios; su largo, su alto y su ancho eran iguales.#21.16 Doce mil estadios: equivale a 2 200 km. La ciudad tiene base cuadrada, símbolo de perfección. El dato de que la altura es igual, quizá debe entenderse como indicio de que la ciudad tiene la forma de las torres de Babilonia, con rampas ascendentes que las rodean. La altura se referiría sólo a la cúspide central. Otros creen que se trata de un cubo, y ven en ello una alusión a la forma del Lugar Santísimo del templo (cf. 1 R 6.20).
17. Luego midió la muralla: medía ciento cuarenta y cuatro codos,#21.17 Ciento cuarenta y cuatro codos: Equivale a 65 m. No queda claro si se trata de la altura de la muralla o de su grosor. según las medidas humanas que el ángel estaba usando.
18. La muralla estaba hecha de diamante,#21.18 Diamante: Véase Ap 4.3 n. y la ciudad era de oro puro, como vidrio pulido.
19. Las piedras de la base de la muralla estaban adornadas con toda clase de piedras preciosas: la primera, con diamante; la segunda, con zafiro; la tercera, con ágata; la cuarta, con esmeralda;
20. la quinta, con ónice; la sexta, con rubí; la séptima, con crisólito; la octava, con berilo; la novena, con topacio; la décima, con crisoprasa; la undécima, con jacinto; y la duodécima, con amatista.#21.19-20 Cf. Is 54.11-12; Tb 13.17. Las doce piedras preciosas corresponden en general a las que cubrían el pectoral del sacerdote (Ex 28.17-20; 39.10-13).
21. Las doce puertas eran doce perlas; cada puerta estaba hecha de una sola perla. Y la calle principal de la ciudad era de oro puro, como vidrio transparente.
22. No vi ningún santuario en la ciudad, porque el Señor, el Dios todopoderoso, es su santuario, y también el Cordero.#21.22 Ez 11.16. En Israel, la presencia de Dios estaba significada por el santuario o parte central del templo. En la nueva Jerusalén no hay templo, porque Dios mismo está presente, y también el Cordero. Véase Jn 1.51 n., y cf. Jn 2.19-21.
23. La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la alumbra el resplandor de Dios, y su lámpara es el Cordero.
24. Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes del mundo le entregarán sus riquezas.#21.24 Is 2.3; 60.3-5; cf. Ap 7.9.
25. Sus puertas no se cerrarán de día, y en ella no habrá noche.
26. Le entregarán las riquezas y el esplendor de las naciones;
27. pero nunca entrará nada impuro, ni nadie que haga cosas odiosas o engañosas. Solamente entrarán los que tienen su nombre escrito en el libro de la vida#21.27 Libro de la vida: Véase Ap 3.5 nota; cf. 20.12,15. del Cordero.