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Romanos 8 DHH94I

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1. Así pues, ahora ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús,#8.1 Unidos a Cristo Jesús: Lit. en Cristo Jesús. Véase 6.11 nota.

2. porque la ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús, te liberó de la ley del pecado y de la muerte.#8.2 La ley del Espíritu que da vida se contrapone a la ley del pecado y de la muerte, que puede referirse tanto al principio del mal (Ro 7.21,23), como a la ley de Moisés.

3. Porque Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no pudo hacer, pues no era capaz de hacerlo debido a la debilidad humana:#8.3 Cf. Hch 13.38-39. Debilidad humana: Véase Ro 7.14 n. Dios envió a su propio Hijo en condición débil como la del hombre pecador#8.3 Jesucristo, como hombre, participó de la debilidad física propia de todo ser humano y estuvo sometido a la muerte. Véase Ro 7.14 n. Cf. Jn 1.14; Heb 2.17-18; 4.15. y como sacrificio por el pecado,#8.3 Como sacrificio por el pecado: traducción de una frase que en la versión griega (LXX) del AT se usa para referirse a las ofrendas por el pecado (Lv 4). También puede traducirse por causa del pecado, o para poner fin al pecado. para de esta manera condenar al pecado en esa misma condición débil.

4. Lo hizo para que nosotros podamos cumplir con las justas exigencias de la ley, pues ya no vivimos según las inclinaciones de la naturaleza débil sino según el Espíritu.

5. Los que viven según las inclinaciones de la naturaleza débil, solo se preocupan por seguirlas; pero los que viven conforme al Espíritu, se preocupan por las cosas del Espíritu.

6. Y preocuparse por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil lleva a la muerte; pero preocuparse por las cosas del Espíritu lleva a la vida y a la paz.

7. Los que se preocupan por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil son enemigos de Dios, porque ni quieren ni pueden someterse a su ley.

8. Por eso, los que viven según las inclinaciones de la naturaleza débil no pueden agradar a Dios.

9. Pero ustedes ya no viven según esas inclinaciones, sino según el Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios vive en ustedes.#8.9 1 Co 3.16; 6.19. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.

10. Pero si Cristo vive en ustedes,#8.10 Gl 2.19-20; Ef 3.17. Nótese el uso equivalente, en 8.9-10, de Espíritu de Dios, Espíritu de Cristo y Cristo. el espíritu vive#8.10 El espíritu vive: Otros traducen: el Espíritu (de Dios) es vida para ustedes. porque Dios los ha hecho justos, aun cuando el cuerpo esté destinado a la muerte por causa del pecado.#8.10 Cuerpo y espíritu designan aquí, probablemente, al hombre desde dos puntos de vista: como ser débil, está sometido a la muerte, pero como ser renovado por el Espíritu de Dios es heredero de la vida eterna. Véase Ro 7.14 n.

11. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús vive en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo dará nueva vida a sus cuerpos mortales por medio del Espíritu de Dios que vive en ustedes.

12. Así pues, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir según las inclinaciones de la naturaleza débil.

13. Porque si viven ustedes conforme a tales inclinaciones, morirán; pero si por medio del Espíritu hacen ustedes morir esas inclinaciones, vivirán.

14. Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios.#8.14 Cf. Gl 5.18.

15. Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud que los lleve otra vez a tener miedo, sino el Espíritu que los hace hijos de Dios.#8.15 El Espíritu que los hace hijos de Dios: Mediante el Espíritu Santo, Dios hace hijos suyos a los creyentes (cf. Gl 4.5; Ef 1.5). Si estuvieran dominados por un espíritu de esclavitud, no tendrían confianza para acercarse sin miedo a Dios como Padre. Cf. 2 Ti 1.7. Por este Espíritu nos dirigimos a Dios, diciendo: «¡Abbá! ¡Padre!»#8.15 Gl 4.6. ¡Abbá!: El griego ha tomado del arameo esta palabra, que significa «padre», y que caracterizaba la manera tan personal como Jesús se dirigía a Dios. Véase Mc 14.36 nota; cf. Lc 11.2.

16. Y este mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio#8.16 Y este mismo Espíritu... testimonio: otra posible traducción: Y este mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu. de que ya somos hijos de Dios.

La esperanza de la gloria

17. Y puesto que somos sus hijos, también tendremos parte en la herencia que Dios nos ha prometido,#8.15-17 Herencia: Véase Ef 1.11 n.; cf. Gl 3.29; 4.7; Ap 21.7. la cual compartiremos con Cristo, puesto que sufrimos con él para estar también con él en su gloria.

18. Considero que los sufrimientos del tiempo presente no son nada si los comparamos con la gloria que habremos de ver después.

19. La creación espera con gran impaciencia el momento en que se manifieste claramente que somos hijos de Dios.

20. Porque la creación perdió su verdadera finalidad,#8.20 Perdió su verdadera finalidad: o fue condenada al fracaso. Cf. Gn 3.17-19. no por su propia voluntad, sino porque Dios así lo había dispuesto; pero le quedaba siempre la esperanza

21. de ser liberada#8.21 Otra posible traducción, desde la última parte del v. 20: Dios así lo había dispuesto con la esperanza 21 de que fuera liberada. de la esclavitud y la destrucción, para alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

22. Sabemos que hasta ahora la creación entera se queja y sufre como una mujer con dolores de parto.

23. Y no solo ella sufre, sino también nosotros, que ya tenemos el Espíritu como anticipo de lo que vamos a recibir.#8.23 Anticipo: Lit. primicias, palabra que se refiere a los primeros frutos de la cosecha (Nm 15.18-20). Cf. 2 Co 1.22; Ef 1.14. Sufrimos profundamente, esperando el momento de ser adoptados como hijos de Dios, con lo cual serán liberados nuestros cuerpos.#8.23 2 Co 5.2-5; Flp 3.21. Liberados: Véase Ro 3.24 nota. Liberados nuestros cuerpos: otra posible traducción: liberado todo nuestro ser.

24. Con esa esperanza hemos sido salvados. Solo que esperar lo que ya se está viendo no es esperanza, pues, ¿quién espera lo que ya está viendo?

25. Pero si lo que esperamos es algo que todavía no vemos, tenemos que esperarlo sufriendo con firmeza.

26. De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros, con gemidos que no pueden expresarse con palabras.#8.26 Cf. v. 15; Gl 4.6. Algunos ven aquí una alusión a la oración en lenguas (1 Co 14.14-19).

La obra salvadora de Dios

27. Y Dios, que examina los corazones,#8.27 Cf. Sal 139.1-4. sabe qué es lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega, conforme a la voluntad de Dios, por los del pueblo santo.

28. Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman,#8.28 Dios... lo aman: otra posible traducción: todas las cosas sirven para el bien de los que aman a Dios. a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito.

29. A los que de antemano Dios había conocido,#8.29 Había conocido: es decir, había elegido (cf. Am 3.2). los destinó desde un principio#8.29-30 Los destinó desde un principio: Ef 1.3-12. a ser como su Hijo,#8.29 Cf. Gl 4.19; Flp 3.10; 1 Jn 3.2. para que su Hijo fuera el primero entre muchos hermanos.#8.29 Cf. Mt 12.50 y paralelos.

30. Y a los que Dios destinó desde un principio, también los llamó; y a los que llamó, los hizo justos; y a los que hizo justos, les dio parte en su gloria.

31. ¿Qué más podremos decir? ¡Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros!

32. Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo,#8.32 No nos negó: En Gn 22.16 (gr.) se usa el mismo verbo; el autor parece referirse aquí al sacrificio de Isaac. sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas?

33. ¿Quién podrá acusar a los que Dios ha escogido?#8.33 Cf. Is 50.7-9. Dios es quien los hace justos.#8.33 Dios es quien los hace justos: otra posible traducción: ¿Acaso Dios, el que los hace justos? En todo el contexto (vv. 31-35), Pablo va alternando afirmaciones y preguntas retóricas, es decir, preguntas que tienen respuestas obvias.

34. ¿Quién podrá condenarlos? Cristo Jesús es quien murió; todavía más, quien resucitó y está a la derecha de Dios,#8.34 A la derecha de Dios: Sal 110.1; Ef 1.20; véase Mt 22.44 n. rogando por nosotros.#8.34 Cristo Jesús... nosotros: También puede traducirse como pregunta retórica: ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió, que además resucitó y está a la derecha de Dios rogando por nosotros?

35. ¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta?#8.35 Muerte violenta: Lit. espada.

36. Como dice la Escritura: «Por causa tuya estamos siempre expuestos a la muerte; nos tratan como a ovejas llevadas al matadero.»#8.36 Sal 44.22 (23); cf. 2 Co 4.11.

37. Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.

38. Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro,

39. ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!

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